julio 18 2025
El amor de una familia trasciende fronteras
Por: Miguel Vergara
A finales de 2023, la Plataforma de Coordinación Interregional para Refugiados y Migrantes de Venezuela (R4V) reportó que cerca de ocho millones de personas venezolanas han salido del país en busca de asilo y mejores condiciones de vida. Estados Unidos se ha convertido en uno de los destinos principales para esta población migrante, que muchas veces huye de contextos marcados por la inseguridad y la pobreza.
Entre estas historias se encuentra la de Andrés, Daniel y Sofía, tres hermanos de 7, 5 y 3 años que, en 2022, dejaron Venezuela acompañados por su tía. El objetivo del viaje era claro: llegar a Estados Unidos, donde su padre, Antonio, ya se encontraba trabajando. La familia esperaba reencontrarse pronto, pero el trayecto fue largo y difícil. Recorrieron al menos cinco países —Colombia, Panamá, Costa Rica, Guatemala y México— hasta que finalmente llegaron a territorio mexicano.
Allí, sin embargo, el destino les tenía otro giro: su tía tuvo que continuar sola el viaje hacia el norte, y los tres hermanos quedaron bajo custodia de la Procuraduría de Protección de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes en México.
En noviembre de 2023, la Procuraduría decidió derivarlos a un espacio más seguro y estable. Aldeas Infantiles SOS fue la organización seleccionada para brindarles acogimiento. Una de las razones clave fue su política de mantener unidos a los hermanos biológicos, como una medida para fortalecer los vínculos familiares y facilitar la adaptación de los niños a su nuevo entorno.
Desde su ingreso a la Aldea, los esfuerzos se centraron en tres ejes fundamentales: la regularización migratoria, el acompañamiento psicológico y el apoyo educativo. Los tres niños presentaban rezagos escolares y emocionales debido a la situación que habían vivido. Tras obtener su tarjeta de residente refugiado, comenzaron a asistir a la escuela: Andrés y Daniel en primaria, y Sofía en preescolar. También se les brindaron terapias psicológicas enfocadas en el juego y la expresión emocional.
“Desde el inicio, los niños entendieron muy bien el valor de la familia. Se notaba que ese vínculo era lo más importante para ellos”, comenta su psicóloga.
Un puente hacia el reencuentro
Mientras tanto, Antonio, su padre, ha mantenido constante comunicación con la Procuraduría y Aldeas Infantiles SOS, con el objetivo de reintegrarse con sus hijos en Estados Unidos. Después de casi un año de separación, en octubre de 2024, se logró concretar la primera videollamada entre padre e hijos.
“Con Sofía tuvimos que hacer un trabajo de sensibilización, ya que no recordaba a su papá. Fue gracias a la reacción de sus hermanos que poco a poco pudo reconocerlo como figura paterna”, explicó una integrante del equipo psicopedagógico.
Desde entonces, las llamadas se volvieron parte de la rutina familiar. Inicialmente mensuales, ahora se realizan cada quince días, primero con encuentros individuales entre padre e hijos, y luego con los tres juntos en un espacio de convivencia digital.
“Te extraño, papá… ¿Cuándo vamos a vernos?”, preguntan con esperanza. Aunque recientes cambios en las políticas migratorias de Estados Unidos han complicado el proceso de reunificación, Antonio sigue trabajando de la mano con las autoridades mexicanas y la organización para prepararse y ejercer una paternidad protectora y comprometida.
Infancia resiliente
Gracias al acompañamiento del equipo psicopedagógico de la Aldea, los niños han desarrollado herramientas emocionales, educativas y sociales. Participan en actividades deportivas como fútbol, reciben atención nutricional y acompañamiento psicoemocional. Estos apoyos les han permitido estructurar una vida en comunidad mientras esperan el tan anhelado reencuentro con su padre.
Andrés es un niño tímido, pero con un gran sentido de protección hacia sus hermanos. Quiere ser un ejemplo para ellos, aun cuando sigue siendo un niño que también necesita cuidados. Daniel es más extrovertido y curioso; le gusta enseñar a sus amigos cosas que recuerda haber aprendido de su papá. Y Sofía, la más pequeña, es alegre y creativa; adora los animales y jugar en los jardines de la aldea. Los tres comparten, se cuidan y se acompañan.
A pesar de los kilómetros y los trámites, su lazo como familia permanece intacto. Cada paso que dan, cada palabra que comparten, los acerca a un futuro donde puedan estar juntos otra vez, demostrando que el amor familiar no conoce fronteras.