Rechazamos el trabajo infantil y sus peores formas

12/06/2020.- El trabajo infantil es una realidad para millones de niñas, niños y adolescentes en el mundo. Nuestro país no es la excepción, en el 2017 ocupamos el segundo lugar de los países con mayor frecuencia de trabajo infantil en América Latina y el Caribe[1].

En México existen 3.2 millones de niñas y niños de 5 a 17 años de edad, trabajando en actividades económicas no permitidas o en quehaceres domésticos bajo condiciones no adecuadas[2].

Esta problemática puede verse agravada por la crisis sanitaria y económica ocasionada por el COVID-19. El cierre de negocios y el desempleo, afectan directamente en los ingresos económicos de los hogares, factor que podría orillar a la niñez y adolescencia a trabajar en condiciones no adecuadas o no permitidas. Asimismo, con la clausura temporal indefinida de escuelas y la falta de acceso a servicios educativos remotos en algunas comunidades, podría incrementarse la deserción escolar y en consecuencia generar que niños, niñas y adolescentes se dediquen a trabajar.

La pobreza, exclusión, marginación, desigualdad y la falta de oportunidades son las causas principales por la que la niñez es orillada a tener que realizar trabajos que resultan perjudiciales para su desarrollo[3]. Un gran número de niñas, niños y adolescentes se ven en la necesidad de trabajar para poder ayudar económicamente a sus familias.

Además, no podemos olvidar que la demanda de servicios y productos también juegan un papel importante para incentivar el trabajo infantil. La mano de obra barata, insuficiente número de trabajadores en determinadas temporadas, cuotas de trabajo basadas en unidades familiares, exigencia de plantaciones para que niños, niñas y adolescentes trabajen y permitirles vivir con sus familiares, percepción de que sus características físicas son ideales para ciertas tareas, son algunos factores determinantes para fomentar el trabajo de niñas, niños y adolescentes en algunos sectores[4].

La OIT (Organización Internacional del Trabajo) define el trabajo infantil como  la participación de niñas, niños y adolescentes en formas prohibidas o en actividades que es necesario eliminar ya que perjudican el bienestar y desarrollo de la niñez; las peores formas de trabajo infantil, que se definen como esclavitud, trata de personas, servidumbres por deudas y otras formas de trabajo forzoso, como reclutamiento de niños para utilizarlos en conflictos armados, prostitución, pornografía, narcotráfico y otras actividades ilícitas [5].

Específicamente en México la Ley Federal del Trabajo, establece el trabajo infantil como “la participación de una niña, un niño o adolescente en una actividad, remunerada o no, que realiza al margen de la ley, en muchas ocasiones en condiciones peligrosas o insalubres, o de violación a sus derechos, lo cual les puede producir efectos negativos inmediatos o futuros para su desarrollo físico, mental, psicológico o social, u obstaculizar su educación[6].

La exposición a riesgos y peligros en los lugares de trabajo, durante la etapa de crecimiento, tienen consecuencias negativas de forma directa en el desarrollo físico, psicológico y emocional de las niñas, niños y adolescentes.

Por otra parte, los efectos educativos son igual de alarmantes. En México de las niñas y niños ocupados que no cumplen la edad mínima para trabajar, el 17.9% no asiste a la escuela, situación que se presenta en 55.1% de los que se encuentran realizando un trabajo peligroso[7]. Además, los que todavía siguen atendiendo a clases pueden presentar problemas de rendimiento por cansancio y retrasarse en sus estudios. Sólo uno de cada cuatro niñas y niños trabajadores concluye la educación básica[8].

Aunque pareciera que el trabajo infantil es una solución inmediata para contar con ingresos económicos en los hogares, a mediano y largo plazo se convierte en una alternativa contraproducente, ya que las niñas, niños y adolescentes que trabajan tienen menor posibilidad a acceder en un futuro a ocupaciones con mayor cailificación y mayor remuneración[9].

Es por eso que para poder atender esta problemática es necesario entender y estudiar las causas origen por las que la niñez y adolescencia están realizando estas actividades, las implicaciones y condiciones en las que las qué las están realizando y la gravedad de las consecuencias de no poner fin al trabajo infantil.

Hoy 12 de junio, Día Mundial Contra el Trabajo Infantil, exgimos que:

Con el objetivo de cumplir la meta 8.7 de la Agenda 2030, se dirijan esfuerzos económicos y operativos hacia una Estrategia Nacional para la eliminación y sanción del trabajo infantil y sus peores formas, que involucren a todos los niveles y poderes de gobierno, sector privado y sociedad civil y que cumpla con los siguientes lineamientos

  • Debe especificar atribuciones y obligaciones para autoridades, empresas, centros educativos, padres de familia y/o tutores para la prevención, detección, atención y sanción del trabajo infantil y sus peores formas.
  • Debe de integrar el enfoque de niñez y derechos humanos.
  • Que atienda las causas origen, las condiciones actuales y los posibles efectos a corto, mediano y largo plazo.
  • Debe de incluir la participación de niñas, niños y adolescentes en el diseño y ejecución de la misma.
  • Debe ser armonizada con la Ley General de Niños, Niñas y Adolescentes y la Ley Federal de Trabajo.

En Aldeas Infantiles SOS estamos comprometidos a defender y a promover los derechos de la niñez colaborando y coordinando esfuerzos con organismos gubernamentales, iniciativa privada, comunidades, familias y con la sociedad civil.