noviembre 2 2019

Reyna, un caso de éxito

16/07/2014.- Comitán, Chiapas. En 1998 Reyna y su hermana Claudia llegaron a la Aldea Infantil SOS de Comitán, conocida en aquellos tiempos como Casa Hogar “Hermann Gmeinner”, después de haber sido rescatadas por el Grupo Beta y haber sido amenazadas de ser deportadas a Guatemala, país donde nacieron.

En busca de mejores condiciones de vida Reyna y su hermana Claudia salieron de Guatemala junto a su madre, llegaron a Chiapas y se escondieron en una casa abandonada en espera del regreso de su mamá, quien se había ido a la Ciudad de Tapachula en busca de trabajo, pero con el paso de los días nunca regresó.

-“No recuerdo exactamente la fecha en la que llegué a la Aldea, pero estoy segura que tenía 9 años, porque a los pocos meses de llegar ahí cumplí 10 años y por primera vez me celebraron un cumpleaños, recuerdo claramente que había pastel, muchos dulces y muchos niños, mi mejor regalo fue un suéter color rosa bordado de estambre, estaba tan feliz, que no quería quitarme el suéter nunca, cómo olvidarme de ese día, en el que fui muy feliz”-, comparte Reyna, joven de 26 años que abre su casa y su corazón para contar su historia.

Los primeros meses en la Aldea fueron difíciles, ya que llegó solo con su hermana Claudia y faltaba su gemelo David, quien no había estado en el momento en que ellas fueron rescatadas y llevadas a la Aldea. -“Yo estaba contenta de estar ahí y tener comida, pero sentía una gran preocupación por mi hermano David a quien siempre he amado mucho por la gran conexión entre nosotros, todos los días le imploraba a la Directora y a la enfermera que por favor buscaran a mi hermano, hasta que un día, David llegó y estuvimos juntos los tres”-, comenta Reyna, quien con lágrimas en los ojos dice que siempre agradecerá a la Aldea el haber buscado a su hermano David y el que nunca los separaran.

Reyna y sus hermanos fueron integrados en 1999 en la familia de mamá Antonia, a quien ella llama con cariño Mamá Toñita. -“Ella me enseñó muchas cosas, me aconsejaba, me ayudaba con mis tareas y aunque tenía otros hijos, nunca nos despreció ni a mí ni a mis hermanos. Siempre le voy a agradecer eso, aun cuando yo me portaba mal e incluso cuando salí de la Aldea ella me seguía aconsejando, me decía que quería lo mejor para mí”-. Así describe Reyna a su madre SOS.

A los 16 años, Reyna decide iniciar una vida independiente y sale de la Aldea. A pesar de que sabe que fue una decisión aventurada, pues aún era una adolescente, reconoce que fue un reto para crecer, ya que desde ese momento comenzó a trabajar.
 
Actualmente está casada con el que fue su primer amor Francisco, con quien desde hace diez años al lado de sus tres hijos forman una bonita familia; Christian de nueve años, Sandro de siete y Francisco de cinco. Ellos tienen un negocio propio, que les permite vivir modestamente como ella dice, pero felices porque nunca falta el amor y la comida para sus hijos, menciona Reyna.
 
-“Como familia hemos pasado momentos difíciles, por ejemplo cuando diagnosticaron a mi hijo Sandro con Trastorno de Déficit de Atención (TDH) y con problemas de lenguaje, lo que le dificulta aprender y pronunciar frases largas, ha sido difícil pero en Aldeas Infantiles SOS me ayudaron a buscar una Doctora que lo atiende y le da terapias 2 veces al mes de manera gratuita. Mi hijo ha avanzado mucho”-. Comparte Reyna, quien no termina de agradecer el apoyo que Aldeas Infantiles SOS le ha brindado, el cual la benefició durante 9 meses para pagar el transporte a las citas médicas con su hijo.

Reyna cuenta con dos locales comerciales dentro de un mercado y aunque menciona que su negocio aún es pequeño, sabe que poco a poco irá creciendo -“Me siento muy contenta y orgullosa de mí y de mi familia, porque poco a poco hemos salido adelante, humildemente pero muy felices y en mi hogar, aunque es pequeño, no hay gritos ni violencia, solo hay amor y fe en Dios”- expresó.

Reyna agradece infinitamente el apoyo económico y moral que Aldeas Infantiles SOS le brindó a ella y a sus hermanos, -“Aldeas Infantiles SOS para mí es una gran familia, con la que sé que puedo contar, no sólo para apoyo económico sino también como amigos”-, finalizó.

Reyna se percibe como una mujer orgullosa de sí misma, dispuesta a seguir trabajando para su familia y su bienestar. Visita a sus hermanos muy a menudo. Lo que más disfruta Reyna es convivir con sus hijos, brindándoles momentos felices, por ejemplo, el festejar aunque sea de manera muy sencilla los cumpleaños de ellos, ya que ella sabe la felicidad que se siente ser el protagonista de una fiesta y de un día especial.