Días antes se acercaron a los colaboradores de Aldeas Infantiles SOS, para solicitarles que asistieran al festival de su escuela, quienes no se negaron y de inmediato aceptaron. El día llegó y el punto de reunión fue la entrada de la Aldea.
Bryan el Facilitador Familiar cargaba la mochila de Isvi quien se sujetaba de su mano, el Acompañante Juvenil Erick reía con las ocurrencias de Silvia, Max el chofer de Aldeas acompañó a Jesús, mientras Alexis y Felipe de mantenimiento eran los papás de Marco y Cristo.
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Al entrar a la escuela, se recibió a los papás con las esperadas “mañanitas”, la escuela se encontraba adornada con balones de papel y otros objetos relacionados con los deportes, la idea era que pasaran un día increíble al lado de sus hijos, así que las actividades deportivas dieron inicio y sin importar si el tipo de vestimenta o calzado era el correcto comenzaron a jugar.
Se formaron los equipos y el primer juego fue futbol, en donde los papás de Aldeas demostraron su gran capacidad en este juego, el partido iba muy parejo, pasaba el tiempo y ninguno de los equipos anotaba gol. Se veía a Alexis correr por la cancha y defender el balón, Silvia les echaba porras y tomaba fotos del juego, Jesús cambiaba de lugar para tener la mejor vista, se acabó el tiempo y como quedaron empates se fueron a penales y el equipo que estaba integrado por Bryan, Alexis y Max pasó a la gran final.
La final fue emocionante pero reñida a la vez. Tras 20 minutos de juego, nuevamente no lograban anotar ninguno de los dos equipos, por lo que los penales llegaron nuevamente. Bryan se preparó, apuntó y anotó, los niños muy contentos gritaron “goooooool”. Era el turno del otro equipo quienes también anotaron.
Era el turno de Alexis, quien con una mirada fija, se preparó, corrió y anotó, “goooooool” se escuchó otra vez en la escuela, nuevamente era el turno del equipo contrario quien fallo. Los niños y niñas corrieron al centro de la cancha para festejar el triunfo, pues había ganado el equipo de los papás de Aldeas Infantiles.
En la premiación los niños se acercaron a cada uno de sus padres y colocaron la medalla en su cuello; todos se veían muy emocionados y conmovidos por la experiencia, sellando así un día muy padre para todos.