Un espacio para familias migrantes

Un espacio para familias migrantes

Imagina que pasas todos los días pensando que si no huyes de tu país, una banda criminal querrá reclutar a uno de tus hijos y si te rehúsas, constantemente tu familia será amenazada, incluso podrían arrebatarles la vida. No quieres que ellos vivan con miedo, solo deseas que se sientan seguros y si para ello tienen que dejar su hogar, lo harán, aunque es muy probable que no regresen.

El viaje como ilegal con toda tu familia ha sido duro, han pasado varios meses y no han tenido una resolución a su solicitud de asilo político. 

Los días en el albergue para personas migrantes son muy duros, aunque llevas semanas ahí con tu familia, no lo sienten como su hogar; todos duermen en un enorme salón donde improvisan camas, a tus hijos no les gusta la comida, te preocupa que si un día enferman no tengas dinero para pagar los medicamentos, has dejado de pensar cuándo podrán retomar sus clases, pero no dejas de pensar en lo qué harán si no los reconocen como refugiados, ¿tendrán que regresar a su país? Además, temes que alguien de tu familia se contagie del virus. 

Esa es la realidad que viven las personas migrantes provenientes de países como Honduras, El Salvador, Nicaragua y Guatemala, que deciden emprender un viaje, a veces sin retorno, para huir de la violencia que azota a sus localidades y lograr tener una mejor calidad de vida.

 

Fortaleciendo a familias en situación de movilidad

La pandemia por COVID-19 tomó por sorpresa al mundo, principalmente a las personas en situación de movilidad que tenían como objetivo cruzar hacia Estados Unidos, porque ante el cierre de fronteras, los procesos de solicitud de asilo fueron detenidos hasta nuevo aviso y los albergues cerraron sus puertas, operando únicamente con las personas que ya apoyaban antes de la contingencia sanitaria para así evitar los contagios. Su situación es aún más preocupante. 

Constantemente, los migrantes se ven perjudicados por un sistema lleno de desigualdad que vulnera su vida e integridad física, emocional y psicológica, pero en medio de esta pandemia, se encuentran más vulnerables porque sufren la desprotección y el desinterés del Estado, además los albergues no se dan abasto con los pocos recursos que tienen y menos ahora, ante la crisis sanitaria y económica que está afectando a todos.

Ante la situación, Aldeas Infantiles SOS y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados —organismo de las Naciones Unidas, encargado de proteger a los refugiados y desplazados por persecuciones o conflictos y de promover soluciones duraderas a su situación— de junio a diciembre han acogido a 28 familias lideradas por mujeres en situación de movilidad en las instalaciones de Aldeas Infantiles SOS en Tijuana, garantizando con ello que niñas, niños y adolescentes permanezcan en un entorno seguro y protector junto a su familia. 

La alianza con el ACNUR ha permitido que familias que permanecían en albergues puedan vivir en una casa con cuatro habitaciones, tres baños, sala, comedor, área de lavado y áreas verdes, mejorando así su calidad de vida. A través del acogimiento, ambas organizaciones, buscan dar una atención integral que cubra necesidades básicas como alimentación, vivienda y vestido. También, brindar asesoramiento legal, atención médica, psicológica y pedagógica a nivel familiar e individual para fortalecer su estado físico y psicoemocional.

- “Para prevenir el COVID-19, adicional a todos los servicios que brindamos, un médico visita, una vez a la semana, a las familias para realizar chequeos médicos y todos los niños y niñas ya están inscritas a instituciones educativas y continúan con las clases a distancia. Para nosotros es muy importante velar por su bienestar y su derecho a la educación y salud”- comenta Diana Rosales, Directora Nacional de Aldeas Infantiles SOS México sobre el apoyo que se brinda a personas en situación de movilidad. 

En solo tres meses, la alianza ha impactado a 74 participantes, a los niños y adolescentes se les ha restituido su derecho a la educación y a través de actividades lúdicas, han logrado fortalecer sus vínculos personales y autoestima; mientras tanto, los padres de familia reciben acompañamiento y guía para seguir construyendo lazos familiares más fuertes y sanar sus emociones. 

El ACNUR y Aldeas Infantiles SOS están comprometidos en restituir los derechos de los niños y adultos en situación de movilidad, porque su calidad migratoria no justifica que sean privados de ellos.