Una amistad sin fronteras – febrero 13 2025

En los últimos diez años, según las cifras oficiales del Instituto Nacional de Migración de México ha detenido a un poco más de 377 mil niños, niñas y adolescentes que ingresaron de forma irregular al territorio mexicano. Aunque con los años las rutas se han diversificado, Chiapas sigue siendo el principal punto de cruce para la migración centroamericana que, en su mayoría, busca llegar a Estados Unidos.

La falta de acceso a la educación y las escasas oportunidades laborales, llevaron a Miguel y Ángel ambos de 17 años, a dejar atrás a sus familias, países y amigos. Su mayor deseo, era llegar a los Estados Unidos y poder alcanzar una mejor calidad de vida, para ellos y sus seres queridos.

Miguel partió de Venezuela y Ángel de Ecuador en 2024. Aunque es ese entonces desconocían la existencia el uno del otro, su travesía desde Sudamérica hasta México fue casi la misma. La primera parada fue atravesar la Selva del Darién, ubicada entre Colombia y Panamá; un paso obligado para miles de personas que sueñan con llegar a Estados Unidos. Esta selva es una de las más peligrosas del mundo debido a la densa maleza, animales venenosos y grupos de delictivos que se encuentran establecidos ahí, lo que la ha convertido en una de las peores pesadillas, para quienes la atraviesan.

Ambos permanecieron en la selva por cuatro días. Durante su recorrido, cruzaron alrededor de cinco países para llegar a México. Sin conocerse, el destino estaba forjando su encuentro. Desafortunadamente, ambos fueron abandonados por los familiares que los acompañaba y trasladados a un albergue de puertas cerradas. La estancia dentro del albergue hizo que se sintieran y quisieran volver a su país, sin embargo, la violencia y la necesidad les obligó a permanecer en territorio mexicano. “Cuando llegué al albergue en Minatitlán, Veracruz me entregué a Migración. Pero yo sabía que no podía volver a Ecuador, pues mi vida corría peligro”. Cuenta Ángel cuenta tristeza y resignación.

“Mientras estaba en el albergue, me hablaron de Aldeas Infantiles SOS. Un día hablé con la trabajadora social por videollamada y me convencí de venir. Aquí sí me dejan ayudar, podar y cuidar la huerta”. Menciona Miguel, de cómo vive en la Aldea.

Rojo, azul y amarillo: La unidad de hermanos sudamericanos

El destino los unió a ambos cuando fueron acogidos en la Aldea Infantil SOS Comitán. Al principio todo les parecía extraño, y les costó adaptarse, incluso tuvieron algunos percances entre ellos. Sin embargo, con el paso tiempo y la convivencia comenzaron a crear un vínculo para convertirse en una hermandad.

El hecho de estar todo el día juntos, hizo que nos hiciéramos amigos. Con la llegada de Ángel, ya no me sentí más solo. Las noches de llanto y tristeza desaparecieron porque ahora tengo a un hermano”. Comenta Miguel con emoción.

A sus 17 años de edad, ambos pasan sus días en la Aldea, ayudando en lo que se necesite. Se han convertido en los hermanos mayores de los niños más pequeños, todo lo hacen juntos, desde cocinar hasta ir de compras. Su amistad se ha construido con base en el: respeto, la escucha y la tolerancia. Se percibe en ellos complicidad, cariño y ganas de salir adelante. Pero, sobre todo, han logrado convertirse en una inspiración el uno para el otro.

“Gracias a Miguel, ya tengo el deseo de seguir estudiando. Él es el que me está animando a perseguir mis sueños”. Menciona Ángel con entusiasmo.

Este encuentro, más allá de crear una hermandad, ha sembrado una nueva semilla de esperanza y superación en Miguel y Ángel. Su sueño, ya no es solo llegar a Estados Unidos, ahora sueñan con tener una carrera profesional, Miguel quiere ser arquitecto y Ángel, ingeniero agrónomo.

Hoy en día, ambos conocen a la familia del otro y comparten tiempo de calidad. A pesar de la distancia han encontrado la manera de poder comunicarse a través de videollamadas. El cariño que siente por sus familias se ha reflejado en su convivencia, trabajo y en la manera que se relacionan con su entorno.

La Aldea Infantil SOS Comitán, les ha brindado un espacio lleno de amor, cuidado y un hogar seguro. Por ahora, ambos esperan iniciar el ciclo escolar para poder retomar sus estudios y cumplir su sueño de estudiar una carrera universitaria.