Una nueva oportunidad

-“Cuando Osmar llegó a la casa era un recién nacido, era el primer bebé que tenía a mi cargo, tenerlo en mis brazos fue una de las cosas más lindas que he sentido en mi vida y supe que haría todo lo que estuviera en mis manos para sacarlo adelante junto a mis otros niños”- comentó Regina al hablar sobre el día que Osmar llegó a su nuevo hogar.

La alegría que sentía la familia por la llegada de Osmar, nunca se nubló pese a que los médicos del hospital en el que nació le advirtieron a Regina que no sabían si Osmar podría caminar o ver. -“Él tenía su cabecita muy frágil, yo tenía miedo de hacerle daño, pero aprendí a darle los cuidados que él necesitaba, lo llevaba a terapia de estimulación y aunque los avances eran pocos, eran muy significativos. Además asistimos a varios hospitales para conocer más sobre su padecimiento”- expresó Regina.

-“Faltaba poco más de un mes para que Osmar cumpliera cuatro años cuando entró a cirugía. Para mí fue muy difícil despedirme de él cuando ingresó al quirófano, ya lo había vivido antes con otro de los niños y siempre se siente el mismo miedo. La cirugía duró diez horas, recuerdo cuando salió el doctor y me dijo que no sabían que había pasado pero que necesitaban realizarle otra cirugía y debía dar mi consentimiento, cuando terminaron no se sabía si despertaría”- recordó Regina.

Estuvo cinco días en terapia intensiva y un día, al regresar, Regina lo encontró mirando la televisión y le preguntó –“Osmar, mi amor, ¿qué es lo que estás viendo?”- él respondió –“Mami, estoy viendo unas vacas y caballos”- aunque en realidad estaba viendo la película de Bambi, sus hermanos de casa y Regina estaban muy contentos y sorprendidos de que Osmar pudiera ver y hablar, sobre todo porque era el mismo niño sonriente que días atrás había entrado a cirugía.