Cuando los niños llegan por primera vez a un centro comunitario, viven la ausencia de las personas que sienten más cercanas, por lo que al enfrentarse a este cambio, los niños conocen y conviven con personas que no están dentro de su núcleo familiar.
Sonia Edith, Madre educadora del hogar comunitario “Las Campanitas de colores”, menciona que las niñas o niños al principio son muy tímidos, inquietos, lloran mucho, tienen miedo, son muy dependientes, no son sociables, no les gusta participar en los juegos y no les gusta compartir con los demás; sin embargo, con el tiempo se van acostumbrando y se vuelven más sociables, empiezan a participar en las actividades, juegan, cantan, sonríen, comunican sus emociones, se integran con sus compañeros, se vuelven independientes, responsables, amorosos, tiernos, amables y se vuelven más respetuosos.
El ingreso de niños y niñas a un hogar o centro comunitario del programa de Fortalecimiento familiar favorece al desarrollo integral del los niños y las niñas, ya que éste los prepara para su ingreso al preescolar o a la primaria, siendo un espacio agradable y afectuoso.
Es un lugar donde los niños y niñas asisten con gusto y se sienten contentos al realizar actividades favorables. Los niños dibujan, participan en diálogos, simulaciones y expresiones corporales, ponen en práctica la motricidad fina, motricidad gruesa, lenguaje y socialización, mientras que las Madres educadoras comparten sus conocimientos y planean las actividades a partir de los intereses de los niños.
Por otro lado, los padres de los niños realizan sus actividades correspondientes para cubrir los gastos familiares y el programa también trabaja con ellos brindándoles acompañamiento y seguimiento para fortalecer su vínculo familiar. En conclusión, asistir a un hogar o centro comunitario permite que los niños creen un entorno de confianza, alegría y seguridad, desarrollando etapas y habilidades de acuerdo a su edad.