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Durante cuatro fines de semana, los niños se reunieron en la casa de visitas con los voluntarios, quienes traían varias cajas con diferentes tipos de materiales. Una vez que todos los que participarían estaban presentes, se formaron tres equipos de trabajo; los niños más pequeños se ofrecieron en repartir el material, para que así todos los equipos contaran con las mismas piezas y la diversión pudiera comenzar.
Siguiendo los manuales y con la explicación de lo qué se esperaba lograr, los niños poco a poco fueron colocando cada pieza. Todos se mostraban muy interesados y atentos a las indicaciones para lograr el objetivo y así poder hacer de su equipo el campeón.
En sus ojos se veía la emoción de ver cómo iba quedando y querían que el tiempo pasara rápido para poder ver por fin terminado su robot. Karen al recordar sobre el taller mencionó -“yo noté que mi hermano tuvo mucha paciencia, pero yo quería que ya llegáramos al final y siempre le preguntaba ¿ya va a quedar?, pero él esperó y esperó hasta que lo armó”-.
El último fin de semana, además del trabajo, los niños y niñas tuvieron una convivencia con los de Fundación Azteca para agradecer por la experiencia compartida, el tiempo y la paciencia, quienes quedaron de regresar a la Aldea para poder compartir más cosas nuevas.
Gracias a los voluntarios es que se puede dar a los niños y niñas de Aldeas Infantiles la oportunidad de que su imaginación vuele y se transformen piezas simples en grandes y divertidos proyectos.