noviembre 2 2019

¡Mi recompensa es ver felices a mis hijos!

19/02/13, Tijuana, B.C.- Casi finaliza el mes de febrero y es difícil para Martha tomar una decisión, ya que es tiempo de inscripciones en la escuela de artes de la UABC (Universidad Autónoma de Baja California).

 

Martha es mamá SOS de ocho hijos y, además, está atendiendo al pequeño Cristopher de sólo un añito de edad, hijo de María Elena (una joven independizada que por el momento no está en posibilidades de atender a su hijo y por ello Martha lo cuida y atiende). El semestre pasado 3 de los hijos de Martha, Lorena, Rodrigo y Alan, asistieron a clases de danza rítmica popular, pese a que en la clase de baile nunca habían asistido niños sino sólo niñas. La profesora Mirtha que imparte el taller le dijo a Martha que es bueno que los niños se integren a esta actividad, no tanto para que bailen sino porque les sirve en su vida cotidiana para coordinar mejor en sus estudios y, que, “¡además los chicos están entusiasmados por asistir!”.

El día del festival Martha estaba asombrada de mirar a sus hijos felices y realizados bailando como profesionales en un teatro lleno de personas que aplaudían sin parar. La maestra felicitó a los niños porque, a pesar de que era su primer semestre, lo hicieron excelente. “Es importante la constancia para asistir a la clase y la responsabilidad de los padres en esto.”

Ahora es tiempo de reinscribir a estos pequeñines y Martha tiene el compromiso de cuidar a ocho hijos y un bebé. Liliana, la mayor de sus hijas, estudia la carrera de Derecho en la UABC y ayuda a su mamá SOS con las actividades diarias. Sin embargo, no es nada fácil que Martha lleve tres veces por semana a los niños a la clase de baile porque, además de los tres que asisten a baile, se lleva también a Fernando y Rigoberto para que no se queden solos en casa… Y quien no puede faltar es también el travieso Cristopher, quien se la pasa corriendo y jugando todo el tiempo por los pasillos de la UABC.

Martha dice “Por más que quiero, ¡no puedo parar! Los niños han hecho un gran esfuerzo y mejoraron sus calificaciones escolares, además cooperan con las tareas de la casa y siempre están listos para irse a bailar; merecen asistir por las tardes a una actividad que les guste. “Mi recompensa es ver felices a mis hijos.”

Al principio, los niños de Martha no se acoplaban a convivir con tantas niñas, pero con el paso del tiempo aprendieron cosas nuevas y divertidas. Juegan y hacen bromas con las niñas de la clase; están acoplados al grupo en el que se encuentran y se sienten orgullosos de tener siempre a su lado a la persona más importante de sus vidas, su  mamá Martha.