Sonriendo ante la adversidad

Todos los días Jacqueline ve desde la puerta de su casa cómo transcurre la vida en la Aldea de Tuxtla, ve pasar a los adolescentes cuando regresan de clases, salen a jugar o a dar un paseo, se emociona cuando alguien conocido pasa cerca de su casa y a la distancia le regala una sonrisa.

Jacqueline tiene 15 años y como cualquier adolescente de su edad, le gusta escuchar música, porque se pone de buen humor y sonríe cuando escucha su canción favorita “Yo quiero bailar” del grupo Los Fumancheros, la música triste le provoca nostalgia e incluso en ocasiones la hace llorar.

Jacky como la llama su familia social, nació sin discapacidad, pero debido a un traumatismo craneoencefálico que sufrió en los primeros meses de vida, ella tiene parálisis cerebral, lo que le impide tener control de su cuerpo, hablar, correr, jugar y comer como cualquier otro adolescente.

Antes de cumplir un año de edad, le realizaron una cirugía pues presentaba hidrocefalia por el traumatismo, era vital intervenirla por el aumento del volumen craneal y la acumulación del líquido cefalorraquídeo, el objetivo era garantizarle una mejor calidad de vida.

Ella llegó a la Aldea de Tuxtla cuando era una bebé, desde entonces se le han brindado cuidados médicos, protección y el cariño que necesita. De su familia biológica se sabe poco, solo en una ocasión sus abuelos paternos fueron a buscarla, pasaron algunas horas con ella, pero jamás regresaron.

Jacqueline vive con sus cinco hermanos sociales, que tienen una discapacidad severa como ella; Jorge, Brianda y Adriana de 17 años, Julia de 20 años y Monserrat de 21 años de edad, todos ellos se alimentan a través de una sonda, se comunican con sonidos guturales que las personas de su alrededor identifican a la perfección, pues saben expresar su tristeza y felicidad, cuando sienten dolor o quieren escuchar lo que acontece en la Aldea.

En la casa, cuentan con enfermeros las 24 horas del día para atender cualquier situación que se presente, pues los adolescentes con discapacidad severa requieren de cuidados más especializados, por ejemplo Monserrat que sufre de convulsiones.

Una noche, mientras todos dormían, Jacqueline se despertó porque escuchó que Monse convulsionaba, así que comenzó a  golpear el barandal de la cama, a gritar y llorar, cuando el enfermero se acercó a la habitación, corrió a ayudarla, mientras tanto Jacky guardaba silencio esperando a que le dijeran que su hermana estuviera bien.

Ella se caracteriza por ser una adolescente fuerte y con muchas ganas de vivir, lo manifiesta a través de su sonrisa que contagia a todos, también hace travesuras, como meter la mano a su boca para que le digan que no lo haga y aun así hacerlo, después se ríe a carcajadas.

La terapia física ha sido muy importante en su desarrollo, pues le permite moverse en la silla de ruedas, lo que le da más independencia y control de su espacio, ella es la única de sus hermanos que puede hacerlo, por eso le gusta contemplar todo lo que sucede en la Aldea a través de la puerta de su casa.

Jacqueline tiene el amor incondicional de una familia que aplaude sus logros, la alienta a seguir luchando para que se maraville de su entorno y sea feliz.

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